martes, 28 de marzo de 2017

28 de marzo de 2017

Imagen extraída de "www.centronagual.es"

Yo, Dios, te pregunto
¡Abre tus alas y lánzate! 
En los nidos de los aguiluchos sucede una cosa bien extraña cuando les crecen ya las plumas lo suficiente para poder volar. Por mucho que ellos vean entrar y salir a sus padres y volar alrededor del nido, no se animan a tender ellos mismos las alas. Están dispuestos a dejarse cuidar toda la vida. ¿Qué hacen entonces las águilas ante esta falta de valor de sus pequeñuelos? Algo difícil de imaginar... Tiran a sus hijos sin compasión del nido, y los aguiluchos, al tender forzosamente las alas, experimentan seguramente con gran sorpresa y muchísima alegría que también ellos están capacitados, lo mismo que sus padres, para alcanzar con el vuelo soberbias alturas.
Como las águilas con sus pequeñuelos, así suele proceder la providencia, en su sabiduría, con los hijos de los hombres...
- ¿Esperas que todo te lo resuelva Dios?
- ¿Vives como águila o como gallina?
Julián Escobar.

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