viernes, 6 de febrero de 2015

V 6 feb 2015. Yo, Dios, te pregunto.


Yo, Dios, te pregunto

  • ¿Imitas de la Vigente su humildad?
  • ¿Abrazas como Ella abrazó, la voluntad de Dios? 

La Virgen Santísima se abandonó a la voluntad divina, y quedó tranquila. Y en el momento en que pronunció con toda su alma: «Hágase en mí según tu palabra...»; en el mismo instante, cuando con humildad santa inclinó su cabeza virginal, empezó Jesucristo su vida terrena junto al corazón de la Virgen. ¡Qué misterio infinito del inconcebible amor divino! ¡Cómo baja el Señor desde los cielos, cómo alienta en la humilde Virgen, y la estrecha y la envuelve en su amor, como un océano infinito! Flor virginal del cielo, Virgen María, mil parabienes del mundo entero.
La Virgen Madre merece realmente las alabanzas que le tributan los siglos. Mereció que se escribieran de ella los innumerables volúmenes que llenan las bibliotecas, cantando sus glorias. Mereció que la Iglesia instituyera fiestas para honrarla. Es digna de las innumerables estatuas e imágenes, a cual más bella, con que los mejores artistas presentaron sus homenajes en el correr de los siglos a la Mujer Bendita...
Julián Escobar.

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